Lanzó el cofre vacío a un lado.
―Ahora, estas son las reglas: harán lo que yo diga, cuando yo lo diga y porque yo lo diga. ¿Entendieron? ―Derek estaba disfrutando esto. Lo notaba en sus ojos, que parecían brillan más de lo normal.
―¿Y por qué te haríamos caso? Fuiste tú quien rompió los adornos ―interrumpió mi madre, exaltada.
Trató de levantarse, pero uno de los guardias volvió a ponerla de rodillas, presionando su hombro.
―Pruébalo.
―¿Qué?
―Dije: Pruébalo ―habló Derek, con una sonrisa siniestra―. Según las cámaras de seguridad, ustedes robaron mi propiedad. Fueron los últimos que estuvieron con los objetos antes de que aparecieran destrozados.
―¿Aparecieran? Pero si tú...
―¡Ya cállate! ―Le gritó mi padre―. ¿No te est&aacut