El olor a sangre fresca me quemaba la nariz, era tan fuerte y embriagador, que me mareaba. Detrás de mí, estaba mi madre, que en algún punto dejó de moverse y sus ojos permanecieron abiertos. No vi el momento en que la vida desaparecía de sus ojos, ni su última exhalación. Y no me podría importar menos.
No sé en qué momento me volví tan insensible. Prefería pensar que estaba siendo selectiva con las personas a las que le ofrecía mi tristeza.Los gruñidos de Rodolf llenaron la bóveda. Era la primera vez que usaba una pistola, pensé que le había apuntado al corazón, pero terminó atravesando su hombro. Al menos, soltó el arma. Se encontraba revolcándose en el suelo, cubriendo la herida.No era doctora, pero creo que sobreviviría a la herida. Ni siquiera estaba botando tanta sangre. No si lo comparo con el charco de sangre que formó mi madre en cuestión de minutos.Derek se había apropiado de la pistola de su padre y la había guardado en su pantal