Al salir del lugar, fuimos apuntados por armas, que bajaron rápidamente al ver que no éramos los ladrones. Ya yo me encontraba calmada porque sabía que estaba fuera de peligro, pero los agentes del bien no parecían estar de acuerdo. Nos sacaron del perímetro como si una bomba fuera a explotar.
Derek me mantuvo a su lado todo el tiempo. El negociador de la policía vino hasta nosotros y nos pidió un resumen detallado de la situación. Derek contó todo; quienes eran, por qué lo hacían, que tuvimos que hacer para salir de ahí y que había alguien afuera que maquinó este absurdo plan. Misteriosamente, no dio el nombre de Katy.―Ah, tenga ―dijo Derek con poco interés, mientras que se sacaba un arma del cinturón―. Con esta le disparé a Celia ―Se sacó otra pistola del cinturón y se la entregó al negociador―. Y con esta ella le disparó a Rodolf.El negociador agradeció, pero la mirada extrañada que nos lanzó no pasó desapercibida. Ni por más que la trató de disimu