Ambos seres malignos avanzaron hacía nosotros con paso decidido. Carla me tomó del brazo.
―Entre a la mansión, señora Erika. Nosotros nos encargamos.Me mantuve plantada en mi lugar y crucé los brazos. Me negaba a entrar y dejar que otros lucharán mis batallas. No podía dejar intimidarme por estas malas personas. Ahora era Erika Fisher y tenía que defender mi hogar.―No es necesario, yo me hago cargo.De pronto, varios guardias y personal de limpieza formaron fila detrás de mí, bloqueando la entrada. Incluyendo a Carla y Ana. No me dijeron nada, pero muchos tenían un mensaje claro en sus ojos. “Estamos a sus órdenes”.Ambos padres se pararon frente a mí, un escalón por debajo. Me miraron a los ojos con una rabia latente. Parecían molestos por algo.¿Si me mordían podían contagiarme la rabia?―¿Qué creen que hacen en mi propiedad? ―hablé con firmeza.―¿Tú propiedad? ―A Katherine parecía que se le fuese a salir una vena de la frente. Su c