Elisa se levantó de la cama, se vistió a toda prisa, estaba nerviosa, trató de no hacer casi nada de ruido, pero Leander había despertado, y fingió dormir, cuando se dio cuenta de que los movimientos de su esposa eran demasiado lentos y cuidadosos.
«¿Qué estás haciendo ahora, Elisa?», pensó, pero no dijo nada.
Fingió que dormía.
Elisa se levantó, y ya vestida, abandonó la alcoba con pasos muy lentos.
Leander saltó de la cama, y se vistió tan rápido como pudo, salió y la siguió, la observó desde el jardín, entre los arbustos, y cuando abandonó la casa, èl se acercò a su personal de seguridad, pidió su auto, y dijo que no informaran a nadie que él había salido.
Finalmente, observó a su esposa, varias cuadras lejos de la mansión, subir a un taxi y fue tras ella.
Elisa estaba muy nerviosa, pensaba en ese mensaje.
«¿Quién lo escribió?»
Pensó en llamar a Rafael González, y se contuvo.
Leander la seguía, pero cuando el taxi dio una vuelta, los perdió, maldijo entre dientes, mientras buscaba