Ha pasado un mes desde que salí del hospital para quedarme en casa. Bueno, realmente desde ese día pensé que mi vida se volvería más complicada, pero para mi sorpresa, no fue así. Jhon, por razones de negocios, se fue de viaje y no ha vuelto desde entonces... y de verdad, ojalá nunca vuelva.
Mi mamá y mi hermana Sila me ayudan mucho con mis cosas, aunque trato de no molestarlas demasiado. Pero créanme, quedar ciega no es algo fácil de manejar. Es como despertar cada día en medio de la nada. Aun así, el señor Mathew se ha comportado como un verdadero padre para mí. Me siento segura con ellos. Siento que soy parte de algo. Suspiro hondo, y corto la grabación cuando escucho que alguien toca mi puerta.
—¿Quién es?—pregunto mientras tanteo la mesa, buscando la grabadora.
—Soy yo, hermanita. ¿Puedo pasar?—responde la voz dulce de Sila desde el otro lado de la puerta.
Tomo la grabadora y la dejo sobre la mesa, luego me acomodo la camisa de dormir.
—Pasa, Sila.
Sila entra corriendo y toma mi