148: No existe el bien sin el mal.
Mirándose así, sus corazones no pueden pensar en otra cosa. Lo que sienten es tan intenso, que no pueden imaginar lo que desatará cuando se reclamen ante la luz de la luna llena.
Ella le da un asentimiento ante sus preguntas. Y Adriel, emocionado, pero respetuoso, dirige una mano hacia su cintura. En un lento movimiento, la lleva hacia él. Sus pechos chocan, el escalofrío caluroso recorre sus espinas dorsales.
Adriel respira contra ese rostro que considera ha sido tallado por la Diosa misma. La otra mano va hacia su mejilla, acaricia cada facción de su cara, detallándola de cerca como un artista que detalla una obra de arte.
Lavinia, con el corazón apretado, no deja de verlo. Sus manos se mantienen tensas a sus costados. No quiere moverse, no porque no quiera, sino porque tiene miedo de apresurar las cosas.
Cuando el primer beso en su frente llega, sus ojos se llenan de lágrimas. Tan especial. Tan íntimo.
Sus frentes se unen y ella, no puede evitar llevar las manos a los costados del