Abraxas:
Cuando finalmente las marcas terminan de formarse en nuestras pieles y nuestras almas están entrelazadas me levanto de mi trono con mi mujer en brazos.
La coloco con cuidado en la fría obsidiana para acomodar nuestras ropas, absolutamente nadie puede verla de la forma en como yo lo he hecho.
En su forma más vulnerable, con la piel expuesta y con las marcas que mis manos dejaron a su paso sobre su sedosa carne.
La vuelvo a tomar entre mis brazos donde se ve diminuta y avanzo por el largo pasillo que separa el mítico trono de la planicie del palacio oscuro.
Avanzando entre portales que nos llevan de regreso a mi habitación, donde finalmente podré disfrutar de su desnudes.
La llevo al baño de mi habitación para ayudar a lavar su cuerpo, preparo el agua tibia con aceites esenciales que ayudarán a relajar su cuerpo.
Nos meto en el agua y lavo cada centímetro de su cuerpo memorizando el lugar exacto de cada peca que adorna su piel.
Esta rendida en absoluto sobre la mullida cama