Nos encontramos en el cuarto de Berwin, con el hombre sospechoso de la risa espeluznante. Nos cercioramos de que Reuben está durmiendo y los chicos registraron la habitación de arriba abajo. Supuestamente tenemos un espía según ellos. No les he dicho del libro que encontré, pues no he tenido tiempo y aún no sé qué hacer con este secreto.
—¿Cómo te llamas? —Selig fue directo hacia el hombre en el medio de la habitación.
Mi mamá gravitaba alrededor de todos y estaba sentada en la cama junto a Berwin.
—Saith, era guardián de la línea. —Su voz es gloriosa con razón.
Todos lo miramos asombrados. Puedo imaginar la pregunta que ronda en la cabeza pelona de Selig: ¿Por qué es un fantasma sin alas?
—No me miren de esa manera, no estoy tan mal. Sus rostros me juzgan como si hubiera caído muy bajo. —Nos mira a todos supuestamente ofendido.
—Karamat consiguió culparte cuando el que sacó los libros y se los robó fue Jason —dije lo que había asumido.
—Algo parecido. —Las palabras cortas y pr