Todo estaba perdido. Ahora, no solo había dejado de lado la posibilidad de casarse con un hombre adinerado, sino que si Diego llegaba a conocer la verdad, ella sería vista como una estafadora.
¿Cómo podría mantener su bien remunerado trabajo? ¿Qué haría después? Había pasado de vivir con lujos a enfrentar la pobreza, y no quería volver a esa vida.
Victoria se sentía como un globo desinflado, completamente desanimada. Se arrodilló y comenzó a arrastrarse hacia Luna, aferrándose a sus piernas, suplicándole sin parar.
—Por favor, no se lo digas. Lo siento, te lo ruego. Mi padre necesita urgentemente un trasplante de riñón, y estamos esperando una gran suma de dinero para la operación. Mi hermano está preparándose para la maestría, y eso también representa un gasto. No puedo permitirme un problema en este momento. Mi madre es mayor y ya no puede trabajar; no hay nadie en casa para cuidar de la familia. Todos dependen de mí. Lo que pasó hace tres años ya quedó atrás. Te suplico que no lo si