—¿Por qué estás aquí?— Clara pareció sorprendida, incluso mostró una dulce y linda torpeza.
Pol curvó ligeramente sus finos labios, sus ojos brillaron como dos crecientes lunas encantadoras. —¿Acaso no puedo yo también ser tu cita a ciegas?
Los labios de Clara se apretaron en una mueca, sin saber cómo responder. La pregunta era muy directa. Sin embargo, la suave sonrisa en sus ojos y su rostro suavizaron el ambiente incómodo, haciendo que Clara sintiera que era solo una broma inofensiva.
—¿Puedo tomar asiento?— Pol preguntó con cortesía.
—Por supuesto, siéntate—respondió Clara con gracia y naturalidad.
Pol, que vino a verla hoy, vestía igual que la primera vez que se conocieron: un traje a medida a rayas azul oscuro y lentes de montura dorada. Se veía como siempre educado y elegante.
—Clara, tu apariencia de hoy es excepcional—dijo Pol mientras entrecerraba sus ojos color esmeralda. —Sin embargo, en mi presencia, no necesitas fingir, solo sé tú misma.
Clara tosió ligeramente, sintiéndo