Al escuchar todo esto, Alejandro apretó los puños con fuerza, las venas azules de sus manos sobresalían claramente, y con un tono muy sarcástico dijo fríamente:
—Enrique es un verdadero padre muy compasivo, nunca está dispuesto a abandonar a esta hija tan corrupta hasta la médula.
—¿Abandonar a Leona? ¡Él no puede dejar a un lado su propio orgullo como verdadero jefe de la familia Hernández!
César no pudo contener en ese momento su terrible ira. —Estos días lo vi ocuparse diligentemente de Fernando en el hospital, preocuparse por la grave situación de Noa, pensé que finalmente había despertado por completo su conciencia. ¡Pero definitivamente me equivoqué de manera de pensar!
—Enrique siempre ha sido un ser extremadamente egoísta, un individuo que no cree en la misericordia. ¿Cómo puedes esperar que tenga un cambio tan drástico de corazón?
Alejandro, con su imponente y atractiva figura, se giró y miró al cielo gris. —Si le importa tanto su imagen, entonces haré que vea con sus propios