El coche no había avanzado mucho cuando la expresión de Clara cambió repentinamente. Sus manos, marcadas con las huellas de besos masculinos, se cerraron en un duro puño y se lanzaron directo hacia el pecho de Alejandro con una fuerza que parecía capaz de dejarlo sin aliento.
—Clara, ten cuidado, ¡te lastimarás la mano! — Alejandro se asustó tanto por el golpe que su voz temblaba.
Aarón, desde el asiento del conductor, echó un vistazo furtivo al espejo retrovisor y no pudo evitar sonreír.
—Alejandro, tengo una pregunta para ti. Clara señaló directamente con el dedo el pecho firme de Alejandro y preguntó con furia: —¿Sabes algo sobre la unión matrimonial entre Noa y la familia Almazán?
Los ojos de Alejandro se contrajeron con rapidez y agarró con gran firmeza su mano. —Clara, ¿cómo te enteraste de eso?
—¿Cómo me enteré? ¡Probablemente toda la Ciudad de México lo sepa ahora mismo! — Clara le contó todo lo que Javier le había dicho.
—Maldición—Alejandro se enfureció demasiado, golpeando e