—¡Mujerzuela, ¿te atreves a arrojarme algo?! ¿Sabes quién soy yo?— gritó Santiago Sánchez enfurecido mientras se limpiaba la cara.
—¿Y a mí que me importa quién eres? Has drogado a una chica y la has emborrachado con afrodisíacos, no vales ni para ser un perro— respondió Clara Pérez con una mueca coqueta.
Santiago Sánchez estaba furioso, ¿cómo se atrevía esta mujer a insultarlo?
Si no hubiera tanta gente alrededor, habría querido abofetearla.
En ese momento, dos guardaespaldas de la familia Sánchez se acercaron y Santiago Sánchez ordenó que la sacaran de allí.
Es necesario darle una paliza, ¡sólo así serviría para algo en la cama!
Los dos guardaespaldas, altos y corpulentos, se acercaron a ella, pero Clara Pérez, aunque estaba borracha, se movió ágilmente y esquivó sus ataques.
—Muy lento— bostezó Clara Pérez.
—¡Agárrenla!— rugió Santiago Sánchez mientras se limpiaba la cara.
Uno de los guardaespaldas se levantó y trató de agarrar por el hombro a Clara Pérez, pero en ese momento aparec