Capítulo1628
La figura erguida de Diego, como un pino inamovible, quedó grabada para siempre en el corazón de Teófilo.

Teófilo sintió que la sangre hervía por todo su cuerpo, concentrándose así en las palpitantes cámaras de su corazón. Agarró con fuerza la barandilla, su cuerpo se inclinaba delicadamente hacia afuera casi como si estuviera a punto de lanzarse al vacío.

Esa destacada figura, aparte de Diego, no se encontraría en nadie más.

—¡Diego, Diego! ¡Diego!

Teófilo gritó desgarradoramente.

Desafortunadamente, la distancia era demasiado grande.

Un repentino viento fuerte se levantó en ese instante, y Teófilo, ya exhausto por sus heridas, luchaba por respirar. Su voz, débil debido al viento, se dispersó completamente en el aire y no llegó a donde estaba Diego.

—¡Diego! ¿Estás sordo? ¡Date la vuelta, date la vuelta! Estoy justo detrás de ti.

Las últimas palabras, pronunciadas ásperas y quebradizamente, apenas se podían escuchar.

Teófilo miró impotente cómo Diego subía a su automóvil negro, el rug
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