Capítulo31
Su pequeña mano se deslizó directamente dentro del pantalón del hombre.

—¿Sabes? En estos dos años que he estado sola en casa, he practicado miles y miles de veces cómo desabrocharte el cinturón.

Mateo estaba muy tenso, no pudo evitar empujar hacia adelante. La suavidad y la dureza se pegaron, entre lo íntimo y lo realmente apasionado.

Sin permitir que Mariana se opusiera, sus labios la dominaron por completo, y en esa dulzura, cada movimiento era hipnótico. Él estaba cada vez más embriagado, su lengua invadía con fuerza cada rincón suave y dulce de la boca de Mariana, sus respiraciones se volvían cada vez más aceleradas.

Ella lo envolvía tanto que todo su cuerpo le dolía inmensamente. En medio de la confusión, Mateo sintió como si una voz en su mente le dijera que no quería contenerse más. Quería desarmarla centímetro a centímetro, absorberla con locura en su cuerpo.

Pero en ese momento, la otra mano de Mariana presionó con rapidez el botón de la cámara de su celular. El sonid
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