Capitulo 8

Fue así como las mujeres con paso lento, pero decidido llegaron a cada vez más cerca de la pensión, descubriendo que el que se hallaba hablando por teléfono, corta su comunicación y se queda frente a ellas mirándolas. Su mirada no solo era penetrante sino que también intimidante, lo que a Mara le recordó su anterior incidente con los bombones.

Tanto Mara como Claudia y sin saber porque intentaron ser cordiales.

-Buenas noches-dijo Mara, mientras veía a Mariela que estaba a punto de irse encima de ellos, por lo que la sujeto con mas fuerza aun.

-Buenas noches-dijo mas alto y con voz mas firme Claudia a los hombres, que no solo se mantenían firmes sino también callados, mirándolas fijamente de tal forma que daba miedo.

En ese momento Mara se da vuelta y nota que desde la esquina, en donde se encontraba el púb, salían hombres con abrigos largos, reuniéndose con los de la barra y permaneciendo juntos por unos minutos cerca de los autos, para luego girar sus cabezas en la dirección que se encontraban las mujeres y Mara volvió a oír:

-Sueña conmigo cariño...-esta era la voz juguetona, la primera que había oído.

Nuevamente la voz en su cabeza, enloqueciéndola y dejándola mas perturbada aún de lo que ya estaba.

-¿Que te pasa Mara?-preguntaba Claudia notando cierto pánico en la mirada de esta.

-Nada... solo es que me ponen nerviosa estos tipos, son tan raros. ¿Se dieron cuenta que todos los que estaban en el púb también salieron?, están todos afuera, salieron justo después de nosotras-comentaba nerviosa, pudiendo oír aun el eco de aquellas palabras en su cabeza.

-Quizás, es que anden todos juntos o el púb esta cerrando y los sacaron a todos-comentaba Claudia incrementando sus temores. Mara cada vez estaba más preocupada ya que estar oyendo voces en la cabeza, por así decirlo, no era nada normal. Mucho menos, acompañadas de Bach.

-No creo que estuvieran por cerrar, siempre cierran tarde, además, siempre el dueño espera que el cliente ser vaya y no lo hecha, eso non, non, non, sin importar que hora sea, el siempre espera, yo creo que estos se querían ir no mas-intervenía Mariela haciéndole cada vez mas difícil quedarse quieta

-¿Quienes serán estos de acá?-pregunto señalando con el dedo a los de la camioneta y haciendo un pequeño movimiento se suelta de los brazos de sus compañeras y se acerca a estos rápidamente y les pregunta

-¿Qué es lo que están haciendo acá?, les debemos algo o...

No termino de preguntarles, cuando siente un fuerte tirón hacia atrás, era Mara, quien la alejaba del hombre que ni se inmuto por la cercanía o pregunta de Mariela. Tan solo cambio su mirada, esta se torno más intimidante, con cierto dejo de desprecio hacia Mariela, fue tanto que Mara llegó a pensar que la golpearía sin pensarlo.

-¿Pero que estas haciendo, acaso estas loca?-regañaba Claudia, quien ya estaba asustada por la hostil actitud de los hombres.

-Por favor discúlpela, no quiso molestarlo-se disculpaba Mara ante el sujeto, que de manera repentina y ante su asombro, luego de haberla escuchado, este bajo la vista, como si aceptaras las disculpas, para luego regresar a su antigua postura, tan solo que ahora solo la observaba a ella y no con desprecio, sino mas bien con respeto, como si estuviese esperando algo mas.

-Si discúlpela, ha tomado demasiado esta noche-agregaba Claudia, a quien el sujeto no se molesto en mirarla, ya que se encontraba frente a Mara, siendo solo a ella quien miraba.

El otro en cambio, giro su cabeza, mirando hacia la esquina y después de ello se coloca junto a su compañero, aumentando el temor en las tres mujeres que no podían ingresar a la pensión, ya que estos le estaban bloqueando la entrada.

De pronto aparece uno de los autos que estaban fuera del púb, con el motor encendido se quedo estacionado, junto a la camioneta.

-¿Por que mejor no entramos? Esto se esta poniendo feo-comentaba Mara a sus compañeras, mientras tenia fuertemente tomada a Mariela por el brazo y una sensación de pánico se apoderaba de ella.

-Pero, tendríamos que pasar empujando, porque no creo que se corran.

-Mira Claudia si es necesario los empujo, pero entremos, tengo miedo

-Yo opino lo mismo, entremos esto es demasiado raro-ratificaba Claudia, tratando de ver quien estaba dentro del auto y sin darse cuenta suelta a Mariela, quien se aproxima de lleno a los hombres, tratando de tocarlos, cuando es retenida por Mara.

Todo transcurrió tan rápido, que Mara fue fuertemente empujada al suelo por Mariela, cayendo de espaldas. Uno de los hombres, al ver como Mariela al tratar de tocarlo y empujar a Mara al suelo, toma a Mariela fuertemente por el brazo, levantándola y arrastrándola hacia Claudia, quien estaba absorta por la escena y también por la mirada de odio, que tenia el hombre arrastrando a Mariela. Paralelamente Mara se hallaba en el suelo, adolorida y un tanto avergonzada por la escena, cuando vuelve a escuchar una voz en su cabeza que esta vez le pregunta en tono de preocupación:

-¿Te ha lastimado esa mujer? ¿Cómo te encuentras?

Ella estaba convencida que eran dos voces que escuchaba, no podía identificarlas, tampoco ignorarlas por lo que empezó a convencerse que estaba quedando loca, mucho tiempo sola, pensó.

-¿Se encuentra usted bien?-preguntaba el otro hombre, que ahora estaba inclinado hacia ella.

-Si... muchas gracias-dice esta asustada, ya que no lo vio aproximarse a ella. De pronto, Mara siente como él comienza a ayudarla a incorporarse, de manera delicada la toma por el brazo y por la cintura, como si ella no pesara nada la dejo de pie nuevamente y para sorpresa de esta, en su rostro se dibujaba una especie de sonrisa amable, por lo que Mara no pudo dejar de expresar:

-Por favor... disculpen el escándalo, parece que hemos tomado demasiado por una noche.

-No creo que sea usted la que ha bebido en exceso-respondía el hombre.

-Bueno... por lo general no se comporta así-agregaba Mara, a pesar de la extraña situación no sentía ningún tipo de temor hacia ellos, solo le preocupaban las voces en su cabeza.

-Esta bien, no se preocupe usted, entendemos perfectamente-respondía el hombre con un marcado acento extranjero, sin dejar de sonreírle.

Una vez que Mara estaba de pie, nota que sus manos se habían raspado y la izquierda sangraba levemente, para su sorpresa el hombre nuevamente la socorre, sacando de uno de sus bolsillos un pañuelo y dándoselo.

-No se moleste, es solo un raspón-y al notar que el no aceptaba tal excusa, le tomo su mano y comenzó a envolverla en él, le sorprendió la delicadeza que él tenia para con ella-de verás muchas gracias, ha sido muy amable-para sellar la frase con una sonrisa hacia el hombre, quien se la corresponde y se dirige junto a Claudia, quien apenas sostenía a Mariela.

Esta al ver como Mara hablaba con ellos, espera que se acerque para tratar de agredirla diciéndole.

-¡Perra!... porque tu si y yo no-solo alcanzó a darle un golpe en el rostro, que nuevamente la dejo en el suelo, ya que cuando intento continuar con los golpes, el mismo que la había tomado por el brazo, ahora la retenía fuertemente por ambos, haciendo que sus pies se despegaran del suelo y provocando que Mariela se quedara muda de la impresión y el miedo, junto con Claudia, a quien solo le vasto la mirada del otro para quedarse en su lugar.

-Por favor, no se disculpe mas, no tiene que hacerlo, es un honor poder ayudarla.

Mara no entendía muy bien esa frase pero sabia que no podía de dejar de agradecerle y así lo hizo.

-Esto es realmente vergonzoso para mí, no acostumbro...

-Está bien, entiendo perfectamente-comentaba el hombre a Mara.

Mientas tanto, Mariela fu dejada junto al portón de la pensión y Claudia se puso a su lado, no siendo indiferente ante la charla del hombre con Mara. La cual, se les acerca y Claudia empieza a abrir el portón, una vez abierto hacen pasar a Mariela y Mara se despide de los hombres, quienes para su asombro corresponden amablemente, por unos instantes su vista se centra en el auto afuera, descubriendo que ahora no era uno, como ella esperaba. Sino que los dos se despedían de ella.

Por un momento le dio la impresión de que estaban esperando algo, pero la voz en su cabeza la trajo nuevamente a la realidad.

-¿Estas bien cariño?....tu no deberías de estar con ese tipo de gente,  ven... ven hacia mi...

Mara estaba confundida ya que para estar quedando loca tenía muy buenas razones, pero dentro de ella sentía algo que no podía explicar, y que eran esas palabras, como un imán, sentía que debía obedecer y de manera imprevista comenzó a caminar con rumbo hacia el primer auto, en su interior había una mezcla entre nervios y dulzura de una voz amada. No podía explicar por que, pero iba caminando decididamente, al pasar junto a los de la camioneta, pudo ver como ambos la miraban curiosos. A medida que se acercaba al auto su corazón latía con mayor fuerza y su respiración se hacia mas y más pesada.

-¿Pero acaso tu también te vas a descontrolar?-preguntaba Claudia tomándola por el abrigo, como lo había hecho a la salida del púb-vamos mejor nos entramos.

-Si, no sé en que estaba pensando, entremos que tengo mucho frió-respondió esta confundida y con miedo. Al darse vuelta vuelve a escuchar la voz que le dice:

-Cariño mírame...

De manera espontánea esta gira y mira al auto, estando convencida que allí es en donde debería estar, pero ya era tarde, Claudia al ver la expresión de Mara, la empuja hacia adentro y cierra el portón, luego de ello los hombres que se hallaban junto a este, regresan a la camioneta y se quedan dentro. No sin antes dar una fulminante mirada de ira y odio hacia Claudia.

Las tres mujeres entran a la pensión y al cerrar la puerta escuchan como los motores de los tres vehículos se pierden en el silencio de la noche.

La pensión se hallaba en completo silencio, por lo que tuvieron que llevar a Mariela a empujones y bajo amenazas.

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