Capitulo 9

La pensión era una casa grande, constaba de 15 habitaciones, con un baño en cada piso. Por lo general eran todas trabajadoras de la planta, salvo una que otra supervisora. El comedor era grande y tenía unos ventanales que daban a la calle. La habitación de Mara era la número 7, de 4 de frente por 3 de fondo, tenía una ventana que daba a un pasillo que rodeaba la casa. En la habitación había una litera y una pequeña cama, en la cual dormía Claudia, en la parte de abajo de la litera era ocupada por Mariela y Mara dormía arriba de esta.

Solo tenían un closet que estaba dividido en tres partes iguales, aunque Mariela ocupaba además una parte de Mara, ya que esta no tenía mucho que guardar. Aparte de esto, había un reloj y una pequeña radio a pilas, que era de Claudia.

Una vez dentro de la habitación comenzaron a hablar de lo ocurrido.

-¿Quiénes serian esos tipos?... ¿Y tú, porque te ibas para el auto ese, los conoces acaso?-preguntaba Claudia un tanto preocupada por la cara de esta.

-No sé solo iba... ¿Eran raros verdad?-respondía Mara sacándose el abrigo y sacudiéndose la ropa, para darse cuenta que aun tenía el pañuelo en su mano.

-¿Y ese te dio el pañuelo?

-Si lo que paso es que me raspe las manos y esta sangraba un poco, sabes Claudia tengo curiosidad de saber que estaban haciendo por acá esa gente.

-Ha esta-comenta Claudia, indicando a Mariela que estaba tendida en su cama-que”se le soltaron las trenzas” justo  allí, siempre que toma de mas se pone un poco tonta, pero esta noche se paso... ¿Te golpeo muy fuerte? ¿Te duele?

-Mas o menos, fue fuerte, tiene fuerza esta a pesar de todo, pero lejos lo que más me dolió fue el aterrizaje forzoso que me di-decía Mara mientras entre risas se sobaba los glúteos.

-Como si fuera poco té pego-añadía Claudia.

-Si, esa fue otra cosa-luego de un suspiro y el recuerdo de aquellas voces agrega-no importa mucho mañana hablaremos, no fue su culpa.

-Hum..., te diste cuenta de que solo te hablaron a ti... hasta te sonrieron los pesados, el otro te levanto dos veces del suelo y como si fuera poco te dio su pañuelo. Solo a ti.

-Es verdad, pero ¿sabes?, no parecen tan pesados después de todo, un poco raros si pero pesados no...

-No que va... tal vez un poco violentos y peligrosos, pero jamás pesados-interrumpía Claudia.

-Lo que me dio miedo fue cuando esta loca-señalando a Mariela-quiso tocarlos, la cara que pusieron... para cuando se mando el numerito conmigo, como la arrastro hacia ti.

-Eso no es nada, cuando Mariela te pego y se fue para seguir pegándote, el mismo, la agarro por los brazos y la levanto, después la puso junto a mí y me miro con... no se, me dio la impresión de que no tenia… fue como odio, pero no se como decirte, me dio mucho miedo su mirada, que me dejo de un pieza-concluyo finalmente Claudia.

-La levanto como si no pesara nada, de eso me di cuenta.

Por unos minutos permanecieron en silencio, para después empezar a desvestir a Mariela que estaba inconsciente en su cama, la arroparon y se volvieron a mirar, cada una tenia diferentes temores y los pensamientos de Mara volaban mucho más rápido de lo que Claudia jamás soñaría.

-Movidita la noche-comento Claudia.

-Si... mira, es la primera noche que salgo con ustedes y todo lo que nos paso-comentaba Mara subiéndose a su cama.

-Cierto, deberíamos salir mas seguido para que nuestras vidas sean mas divertidas ¿no te parece?, total a ti te fue re-bien, mejor que a nosotras-reía Claudia quien ya estaba acostada.

-Eso creo... lo único bueno fue haber visto a esos bombonazos en el púb, eran lindos, tal vez sean pareja o algo así, pero eran lindos, en especial el mas joven, lastima, es un gran desperdicio-suspirando Mara recordaba aquella mirada que invadió cada centímetro de su cuerpo, como telón de fondo la risa de Claudia.

-Si ese era como los de afuera... debe ser otro pesado más y tal vez peor..., un verdadero “chupete de fierro” -contestaba Claudia riéndose.

Continuaron hablando de lo ocurrido y de lo extraño de aquellos hombres que no se habían visto antes en el sector, sin dejar de lado al tema central de la noche, la historia que Mara les había contado, alrededor de las 3:45 de la madrugada, Claudia apaga su pequeña radio y luego de ver que Mariela estaba durmiendo se dirige a apagar la luz, en ese momento Mara la interrumpe diciendo:

-Espera, yo escucho que Mariela sé queja desde hace rato, por que mejor no vemos que le pasa, parece que es el brazo-al instante se baja y junto a Claudia le miran los brazos.

La sorpresa fue instantánea, ambos brazos estaban rojos e hinchados.

-Por aquí la agarro el pesado-comentó Claudia.

-¡¡Guau!!... ¿Eso le hizo?-Mara estaba sorprendida por la tonalidad que estaba adquiriendo el brazo ahora.

-Por un lado se lo merece, ella se lo busco, tal vez aprenda a no volver hacerlo.

-No se justifica como le dejaron los brazos-alegaba Mara.

Solo atinaron a dejar los bazos afuera de las frazadas y volvieron a acostarse.

-Buenas noches Claudia.

-Buenas noches... bombón.

Se escucharon unas risas y nuevamente la habitación quedo en silencio, cada una con sus pensamientos, mientras Claudia reprendería a Mariela.

Mara no podía olvidar las voces en su cabeza, la música en su cabeza. Pero en especial la mirada de aquel hombre, la conocía pero no recordaba de donde.

Afuera todo estaba tranquilo, no pasaban vehículos, ni personas, todo estaba en su habitual paz al igual al avecinarse una gran tormenta.

Solo un vehículo ultimo modelo, estacionado frente a una pensión de mala muerte. En su interior sus ocupantes, silenciosos, estaban atentos y dispuestos a enfrentar lo que se les viniese encima.

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