—¡No manches! ¿Ese no es el prometido de Estela? ¿Ernesto, verdad? ¡Madres! ¡Esa tipa! ¡Acércate más, déjame verla bien!
—¡Sí es! ¡Es la actriz segundona que tuvo un poco de éxito hace poco! ¡Qué poca! Ernesto es un cínico, ¡acaba de comprometerse y ya anda de infiel! No, espera, ¿esto cómo se llama? ¿Poner los cuernos o ya es adulterio?
Llevaba dos días sin dormir y aun así se lanzaba con esa euforia a la caza del chisme más reciente. Miranda pensaba, sinceramente, que su amiga había nacido para estar en la primera línea de batalla de los paparazzi.
Ella bajó el volumen de sus audífonos, apenas soportando el bombardeo incesante de Bianca.
Después de escuchar a Bianca recitar sin tomar aliento durante treinta segundos la lista de escándalos de la mujer que acompañaba a Ernesto, y viendo que no tenía intención de parar, Miranda se ajustó las gafas de sol y la interrumpió en voz baja:
—Ya estuvo bueno, ¿no? Conoces la vida y obra de estas actricitas de quinta con tanto detalle que parec