—¿En serio la estás defendiendo? —La voz de Julia se volvió chillona—. Daniel, ¿no eres tú siempre el más lógico? ¿No me digas que también te convenció con su "papel de víctima"?
Se pegó más a Eduardo.
—Te garantizo que ella no es tan dulce e inofensiva como crees.
Me obligué a mantenerme de pie, mis rodillas aún palpitaban con dolor, la sensación de quemazón en mi mejilla me recordaba que la bofetada de hace un momento había sido completamente real.
Abrí la boca, pero antes de que pudiera hablar, Daniel se me adelantó.
—Julia Díaz.
Su voz era baja, pero con una autoridad imposible de ignorar.
—Te conozco. Durante el programa de verano de Morgan Stanley solicitaste una pasantía en nuestro fondo. Pero en la segunda ronda de entrevistas grupales, modificaste los documentos del trabajo en equipo, pusiste tu nombre al frente y marcaste los resultados de otros como "no aptos".
El color se desvaneció al instante del rostro de Julia.
—No me equivoco, ¿cierto?
Ella abrió la boca, pero las pala