Capítulo 4
Cuando llegué a casa arrastrando mi equipaje, mi mamá me abrazó con los ojos hinchados de llorar.

—Ese miserable no se lo merece.

Mi papá, con el rostro ensombrecido, envió un audio al grupo empresarial.

—Cualquiera que haga negocios con Eduardo Cruz será mi enemigo.

Después de calmar a mis padres, me dejé caer agotada en la cama. Acostada en mi propia habitación, el lugar volvió a quedar en completo silencio. En ese instante, mi celular vibró nuevamente, era una notificación de Instagram.

Lo abrí y vi que Julia había subido contenido nuevo.

Ocho fotografías de la noche pasada en una fiesta con Eduardo y sus amigos en un club exclusivo. En la imagen central, ella estaba sentada sobre las piernas de Eduardo, ambos se miraban y sonreían.

El texto decía: "Noche de juegos de la Alianza Capital: ¡Un nuevo comienzo que merece festejarse!"

Me quedé observando esa fotografía por largo rato y finalmente le di like en silencio.

Algunos minutos después, Eduardo me marcó.

—¿Vienes al club a jugar Texas Hold'em? Julia y yo te invitamos.

Casi me echo a reír.

Hubo una época en que, para formar parte de su supuesto "círculo de banca de inversión", le rogué humildemente que me permitiera entrar a su grupo. Esa fue la única ocasión que jugué Texas Hold'em, y me gritó que era "idiota como un cerdo", dijo que estaba desperdiciando su tiempo y me pidió que "me fuera del juego".

Ahora de repente me invitaba a participar.

Justo cuando iba a cortar, la voz de Julia llegó desde el auricular, con un tono meloso repugnante.

—Eduardo, me dieron náuseas de nuevo, ¡todo por culpa de que esa noche te pusiste tan intenso! Solo quería comprobar si sentía algo hacia los hombres, ¿quién te pidió que bebieras tanto? ¡Me debes toda una vida por mi figura! ¿Puedes esperar un momento antes de calmar a tu prometida? ¿Qué es más importante, el bebé que llevo o ella? Tú eliges.

Eduardo me contestó:

—Si no vas a decir nada, déjalo así. Has agotado mi tolerancia.

Del otro lado del teléfono llegó un pitido: había cortado. Me sentí como si me hubieran dado un martillazo en la cabeza. ¿Qué "accidente por alcohol"? Todo estaba planeado desde el principio.

En realidad, las señales ya estaban ahí desde hace mucho tiempo.

En cada cita, él decía que se aburría, mientras que él y Julia se conectaban por voz hasta muy tarde jugando Apex y Valorant.

En cada viaje de trabajo, Julia estaba presente, con la excusa de que "ella es como los muchachos, sabe hacer bromas".

En su Instagram, el chat fijado de Julia siempre aparecía primero, incluso había puesto un tono especial, diciendo que "sigue a mucha gente y no quiere perderse sus publicaciones".

Incluso en el Día de San Valentín, cuando me obsequió algo, también le dio un regalo a Julia, con la excusa de que "está muy sola por estar soltera".

Y cada vez que yo cuestionaba algo, él siempre se reía con frialdad.

—Haces una tempestad en un vaso de agua. Si no lo toleras, terminemos, ¡no andes todo el día con ese chantaje sentimental!

Pensé infinitas veces: si al principio hubiera sido más decidida, si hubiera exigido que cortara vínculos con Julia, ¿habría sido distinto el desenlace? Pero frente a él, siempre fui sumisa como el polvo.

Cuando decía que era susceptible, me autoanalizaba. Cuando decía que era desconfiada, controlaba mi ansiedad.

Cuando decía que era inútil, me esforzaba desesperadamente intentando demostrar que era digna de él. Incluso cuando mi papá le presentó clientes, él lo consideró una ofensa a su habilidad.

¿Qué más podía hacer?

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