120. La última nana

Joshua abraza inmediatamente a Emanuele en cuanto ella, todavía muy llorosa y emocionada, sale de la habitación donde tienen retenida a Sarah. Ella se aferra a la ropa del hombre, sollozando terriblemente. Tiene los ojos hinchados y enrojecidos.

"Estoy aquí", murmura. "Estoy aquí, mi amor".

La muchacha apenas puede responder ni decir nada. Aparece un hombre con atuendo religioso. Es de mediana edad y lleva gafas de montura gruesa. En la mano lleva una Biblia. La voz del hombre es paciente y suave, y emplea toda su delicadeza al acercarse a Emanuele.

"Que la infinita misericordia de Dios calme tu corazón, hijo. Lamento tu pérdida".

Al parecer, el sacerdote ya estaba muy bien informado de la situación. La niña no responde, sino que se hunde más en el pecho de Joshua, que no hace ningún intento por soltarla. El policía encargado de la vigilancia de Sarah acompaña al religioso.

Ese era el protocolo. Antes de ser ejecutada formalmente, Sarah tendría derecho a consolarse y, al menos, intent
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