Narra Alondra Ferreyra
Cuando me calmé un poco, volví a la llamada con Axel. No lo podía dejar en espera por siempre.
-Axel, te pasaré la dirección de dónde estoy viviendo ¿Tienes donde anotar? - Le pregunté - Para que vengas ahora, por favor.
-Claro que sí, cariño - Respondió tranquilamente - Pásamela y en unos momentos, ya salgo para allá.
Le pasé la dirección y él tomaba nota, yo temblaba de los nervios y David lo notó, pero estaba enojado conmigo. El odiaba que Axel y yo estuviéramos cerca y yo, no entendía por qué, si éramos amigos y él siempre estaba para mí. No entendía a mi chico que, sabiendo cómo era mi vida y que yo estaba maldita por no sé quién, en lugar de alegrarse porque alguien quisiera ayudarme y ver por mí, se alteraba y se ponía a la defensiva.
-Listo cariño - Me dijo Axel - Salgo ahora mismo, para allá y descuida que no pasara nada. Te lo prometo, tienes mi palabra.
Esa era la clase de reacción que siempre había necesitado de mi propio padre, alguien que estuviera