Narra David De María
Al día siguiente por la mañana, Alondra y yo estábamos acostados en su cama y la tuve que despertar, ya era temprano y tenía que dejarla despierta para poder irme al Tec, además necesitaba saber, si podía bajar y salir por la puerta, porque a pesar de haber subido por la ventana, la bajada me daba un poco más de temor.
-Alondra, mi princesa despierta por favor - Le estaba dando muchos besos - Tenemos que ir al Tec, mi muñequita hermosa.
Yo tenía clases, en menos de una hora y no quería irme sin dejarla despierta. Pero tampoco me podía dar, por nada del mundo el lujo de dejarla dormida y que ella no se presentara, intenté un buen rato hasta que lo logré y ella me iluminó mi día, cuando abrió sus hermosos ojos.
-Alondra, mi vida que bueno que ya has despertado - La besé tiernamente - Yo ya me tengo que ir al Tec, te amo.
Me estaba desesperando, cuando no abría los ojos, tenía temor de hacer mucho ruido y que su padre, me encontrara aquí en su recámara, por lo que fu