Nina
No quería admitirlo, pero me sentía aliviada de que Enzo estuviera aquí. Acepté su oferta de llevarme a casa y lo seguí hasta el estacionamiento de la comisaría.
Mientras caminábamos hacia el estacionamiento, mi estómago gruñó a todo volumen. Olvidé lo hambrienta que estaba debido a la pelea,