Alia POV
—No.
La palabra salió de mi boca antes de que mi cerebro pudiera procesarla, una sola sílaba seca y definitiva en medio del caos. Y fue suficiente para que todo se detuviera.
El aire, que hasta entonces había estado cargado de amenazas y furia, se congeló de repente, mientras cada par de ojos en ese pasillo —los furiosos de mi hermano, los venenosos de Valeria y, sobre todo, los azules y rotos de Damián— se clavaban en mí. Por primera vez desde que llegué a este infierno, no era invisible. Era el centro.
Mi hermano Alejandro me miró, la incredulidad reemplazando la rabia en su rostro. Su boca se abrió ligeramente, como si quisiera asegurarse de haber oído bien.