—Caleb… ¿qué, qué ocurre? — preguntó con cierta desconfianza, pues sus asuntos laborales ya no eran de urgencia.
—Necesito verte— fue cortante.
Leia asintió —¿Ocurre algo malo? –
—Dímelo tú – le respondió.
—¿Perdón? –
—¿Vienes o voy? –
Leia frunció el ceño —¿A la ensambladora? –
—Justo aquí –
Ella tuvo una sensación de angustia formándose en su garganta. Exhaló despacio —Dame treinta minutos— pidió.
Ella esperó en la línea a que él dijera algo más, pero Caleb colgó. Leia dejó escapar el aliento y luego de