Estomago apretado

Una vez en su casa vacía, Leia se duchó y buscó no pensar hasta no tener la cabeza fría. Encendió el televisor mientras se cambiaba y aun así su cabeza la traicionó.

¿Qué estaría haciendo Caleb en ese momento? ¿Qué pensaría de ella?

¡Dios!... él sí la buscó.

Exhaló y cerró sus ojos preocupada.

«Que te buscara no cambia nada» le recordó su parte sensata. «Desde un principio no quería dejarte ir, ¿recuerdas?»

La cobriza se sentó en su cama mientras terminaba de secar su cabello.

Era cierto.

Que Caleb la buscara no cambiaba el hecho de lo que le dijo, no cambiaba sus pensamientos ni tampoco borraba sus palabras respecto a un hijo.

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