Mundo ficciónIniciar sesiónLas puertas del ascensor se cerraron con un susurro metálico.
Martha guardó el móvil con un gesto preciso, casi quirúrgico, pero Valeria había visto perfectamente cómo la expresión de la mujer se ensombrecía, como si una sombra le hubiera pasado por detrás de los ojos.
—¿Qué pasa? —preguntó, sintiendo el corazón acelerarse otra vez.
Martha respiró hondo. No fue un suspiro. Fue una preparación.
—Es L’Atelier Blanche —dijo finalmente, en voz baja—. Y… Valeria, necesitamos movernos ya.







