Mundo ficciónIniciar sesiónLa puerta terminó de abrirse por completo, y un hombre alto, de traje impecable y gafas rectangulares, entró en la sala con una cautela casi reverencial.
No era miedo.
Era… respeto. Del tipo que uno solo reserva a las personas que pueden arruinarte la vida con un par de llamadas.—Señora Reverte —saludó inclinando levemente la cabeza—. Soy el di







