Memorias Sangrientas
Memorias Sangrientas
Por: Ceci Romero
Prólogo

Siento distintas voces que me llaman, escucho a mi madre hablarme a una hora específica pero mi cuerpo no reacciona, solo oigo su llanto y desesperación. Comienzo a mover los dedos de las manos, pero poco a poco para demostrarle que sigo acá, que no me he ido.

Mi cuerpo parece que quiere reaccionar en conjunto, porque puedo mover mi mano completa y con mucho esfuerzo, empiezo abrir mis ojos. La luz brillante me ciega y me aturde un poco, pero me voy adaptando poco a poco a la claridad de la habitación. Parpadeo varias veces, para darme cuenta que estoy en una habitación blanca de hospital. Pero, ¿Cómo llegue a este lugar?

Un doctor llega corriendo a mi cama, mientras que yo sigo asimilando que acabo de despertar y no me acuerdo de nada.

—Muy bien, primera pregunta linda ¿Recuerdas cómo te llamas?

—Anabelle Saltzman.

Las palabras salen por si solas, busco con la mirada a mi madre quien enseguida sale a mi rescate, me abraza fuertemente con lágrimas en sus ojos.

— ¿Sabes dónde te encuentras?

—En una habitación de un hospital.

Respondo la pregunta tan estúpida del doctor. Observo el rostro de mi madre y se nota más avejentado, tiene los ojos con bastantes ojeras notorias, su pelo siempre ha sido de color rojizo y bien cuidado, mientras que ahora tiene el pelo color negro con algunas canas asomándose. Incluso se encuentra más flaca de lo habitual, sé que ella ama la vida fittnes, realmente algo le debe afectar para que se encuentre en ese estado.

—Anabelle, es duro pero tienes que saber que estuviste dos años perdida y llevas en el hospital dos días inconscientes ¿Sabes dónde estabas estos 2 años?

Niego mientras instantáneamente miro mis manos buscando alguna señal de donde estaba. Todo mi cuerpo se encontraba en perfecto estado, solamente mi cabellera castaña se encontraba más larga.

A la habitación llegan unos hombres uniformados que comienzan hablar con el doctor y le da permiso para interrogarme.

—Anabelle, soy el agente Parrish e investigó los casos de desapariciones de este condado. Fuiste la única chica que volviste con vida de las 250 desaparecidas. Tú ayuda es importante para nuestra investigación.

Vuelvo a negar todo y mi vista se nubla con mis lágrimas. Mi cabeza comienza a doler fuertemente y solamente me acuerdo de un nombre, siento que es especial porque mis ojos comienzan a soltar lágrimas.

—Zachary Von Veldeke, solamente me recuerdo de eso, pero no sé qué significado especial tiene ese nombre —Respondo segura mientras juego con mis manos nerviosa, siento que este chico me estuvo acompañando durante este dos años, miro a mi madre quien tiene una cara de espanto— Mamá ¿Te acuerdas del chico guapo, que te dije que era nuestro vecino?

La cara de mi mamá era un poema, no sabía en absoluto quien era ese chico, incluso me afirmo que en esa casa no vive nadie, la policía igual afirmo lo que mi madre me había dicho

—Si te pedimos un retrato hablado ¿Nos ayudarías?

Asiento rápido y los oficiales salen de mi cuarto para dejarme sola con mi madre, la cual me consuela y me mima.

2 meses más tardes.

Los recuerdos han venido a mi mente como flashback cada vez más fuertes e intensos. No puedo dormir tranquila por el miedo de estas Memorias Sangrientas, he decidido creer que me he vuelto loca. Creo que sufrí algún trauma durante mi secuestro que me hizo crear un mundo imaginario, tan absurdo y sin sentido. He aceptado ir a terapia por el bien de mi salud mental, necesito estar bien conmigo misma y comenzar a perder el miedo a estar sola. Volver a retomar mis rutinas diarias.

En la escuela, soy un bicho raro, antisocial. No me fío de nadie, incluso me he encerrado en una pequeña burbuja por miedo a volver a lastimarme.

Mi madre aparca el auto enfrente de la casa de la terapeuta y me sonríe.

—Verás que tu vida va a cambiar en cuanto entres por esa puerta. —Mi mamá me saca de mis pensamientos negativos y me acaricia el pelo— Ábrete con Lara, ella es la mejor del pueblo.

—Eso espero mamá.

Susurro para mí y salgo del auto.

El viento es bastante fuerte y me despeina un poco, pero a la vez, esta brisa es cálida y me es familiar. Un cuervo llama mi atención cuando comienza a croajar y me mira fijamente. Esta situación la he vivido en otro momento, pero realmente no logro recordar todo.

Agarro con fuerza mi bolsito, me despido de mi madre quien me tira un beso pero yo solamente, me limito a sonreírle. Con inseguridad toco la puerta de madera, para los pocos segundos abrirse y se deja ver una mujer rubia, de ojos verdes, pecas en su rostro y de labios finos, además que su ropa es lo más sofisticado que pueda existir.

—Hola Anabelle, bienvenida a tu terapia.

Trato de fingir una sonrisa y entro a su clínica que se siente bastante acogedor. Me guía hacia una habitación que tiene grandes ventanas transparentes y las paredes súper blancas, además de tener varios títulos colgados en su pared.

—Tu mamá me ha contado un poco el asunto, pero volvamos a recordar todo. Eres Anabelle Saltzman y estabas desaparecida por 2 años, pero hace 2 meses apareciste y no recuerdas nada ¿Cierto?

Me siento un poco incomoda con esta nueva situación en un sofá acolchonado de color azul marino.

—Solo tengo un recuerdo bien claro, un nombre, pero a mi mente vienen flashback que intento creer que son parte de mi trauma al estar 2 años raptada ¿Puede ser?

Lara comienza a tomar notas y mueve el bolígrafo con nervios.

— ¿Sucede algo? —Pregunto mientras comienzo a jugar con mis dedos, una nueva manía que adopte al despertarme en el hospital

— ¿Qué es lo que recuerdas? ¿Cómo comenzó todo según esos flashback?

Sigo jugando con las manos y suelto el aire que tengo acumulado en mis pulmones. Debo dejar de tener miedo, tengo que volver hacer la Anabelle de antes, dejar el miedo.

Desde la ventana se visualiza al cuervo quien sigue en la misma posición, y recuerdo algo.

—Todo comenzó cuando llegue a este pueblo….

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