Chapter Two

Anabelle

Llevo 2 semanas en este pueblo y se han reportado 3 desaparecidos. Mis ejercicios matutinos se han cancelados, he optado por hacer ejercicio en casa protegiendo, principalmente después de ese grito tan horrible que escuche y de los toques de quedas tan absurdos. Mi mamá comenzó a trabajar y por suerte sus turnos son bastantes flexibles, aunque estoy rezando internamente para que no le pongan guardias nocturnas.

Hoy comienzo mi segunda semana de clases. Todos me recuerdan que mi familia fue una de las fundadoras de este pueblo e incluso me hacen recordar la historia que me ha contado mi madre, más de una vez, creo que ya he perdido la cuenta.

Suelto mis libros con fastidio en mi mochila y me dirijo hasta mi próxima clases cuando una chica intercepta mi camino y me muestra un papel.

—Hoy es noche de romper reglas, voy hacer una fiesta prohibida en el bosque blanco ¿Vas a ir?

La muchacha de pelo negro, textura mediana y de pocas curvas me muestra una hermosa sonrisa y me sigue entregando el papel que parece ser una invitación o entrada.

— ¿Por qué romper las reglas cuando hay tantos desaparecidos?

—No seas aburrida, toda la juventud de Oblodville asistirá, además este lugar es sumamente aburrido.

Tiene un buen punto.

Agarro con fastidio el papel para que no tener que soportarla, además, sigo mi camino hacia mi próxima clase.

Una de las estúpidas medidas que se toman en la escuela, es tomarnos las temperaturas al entrar a clases, algo que veo sumamente raro. Al igual que las clases terminan a una hora exacta y el autobús nos espera para dejarnos en la misma entrada de la casa. Yo me consideraba paranoica, pero el alcalde de este lugar me ha sobrepasado.

El regreso a casa ha sido tranquilo, sin contar con el cuchicheo de los alumnos hablando de la fiesta privada. Mi madre me avisa que hoy, justamente hoy, debe quedarse en el hospital, así que necesito preparar mis cosas para no dormir en toda la noche.

Sí, soy sumamente miedosa.

Me acuesto en el sofá mientras prendo la televisión para terminar de ver la nueva novela coreana, cuando el papel de la fiesta me sigue acosando desde mi mochila. Ruedo los ojos y respiro profundamente mientras me levanto para buscar el papel.

Observo con detenimiento la dirección y el horario. Realmente estoy entre la espada y la pared, pero el que tenga miedo a morir, que no nazca. Entonces me decido, me despido de la novela y voy corriendo a mi cuarto para vestirme lo más rápido posible.

Solamente tenía que ir disfrutar un rato y volver antes que mi mamá regrese. ¿Qué tan malo puede ser?

Me pongo un jeans azul con una blusa de igual color, dejo mi pelo suelto y me pongo una ligera capa de brillo liso. Agarro un bolso pequeño con las cosas necesarias y salgo corriendo para la fiesta.

Los rayos del sol ya se estaban ocultando, yo solamente rezo por mi vida y de poner regresar. Comienzo a caminar lo más rápido posible hasta que los acordes de la música me hacen respirar un poco e incluso ya se ven los primeros jóvenes haciendo las travesuras de la edad.

— ¡Hey! Anabelle pudiste venir. —Me grita la chica que me acoso para que viniera, la cual se llamaba Taylor. — ¡Ven! Te voy a mostrar a todos en la fiesta.

Me toma del brazo y me lleva a dar vueltas por todo el lugar. Me presenta a todos los chicos y me brinda un vaso de cerveza que agarro enseguida. La celebración consistía en una hoguera en el centro, muchas mesas con distintas bebidas y equipos de música vía bluetooth con los acordes a todo volumen.

La estoy pasando súper bien, los jóvenes de este pueblo son chéveres e incluso se puede tener una buena charla, sin caer en la falta de respeto. Baile hasta que mis músculos dolieron y cuando caí en el cansancio, fue que me percate de su mirada.

Me senté en una de las bancas a descansar un rato, con un vaso en la mano, comienzo a observarlo. Sin dudas es mi vecino acosador, su camiseta de color negro se encontraba bien apretada, dejando a la vista sus trabajados brazos y su increíble abdominal. Su pelo tiene bastantes rulos de color negro, sus ojos son de matiz café, pero su mirada es demasiado penetrante, casi intimidante. Con un pantalón de estilo militar también apretado, que le marcaba todo el bulto

Puede decirse que lo estuve acosando. ¡Jajá! El acosador, estaba siendo acosado

Tomo el último sorbo de mi bebida y me encamino hacia su dirección. La bebida en mi cuerpo me hace ser más segura para romper el hielo y acusarlo de estar mirándome por su ventana en varias ocasiones.

— ¿Sabes que espiarme por la ventana es un delito?

— ¿Sabes que tú también me estabas acosando hace más de 5 minutos?

Intento reprimir una sonrisa, pero realmente no puedo. Me cogieron en el acto.

—Yo soy sincera y lo admito.

El alcohol sigue haciendo de las suyas.

—Me llamo Anabelle ¿Y tú? —Le tiendo mi mano en forma amistosa, mientras tengo una sonrisa en mi rostro.

Él sin dudarlo me brinda su mano, y solamente al mínimo roce, sentí un cosquilleo como una fuerte corriente recorriera todo mi cuerpo. La aleje rápido y me quede observándolo fijamente. Él solo sonrió y se recostó al árbol mientras seguía observando mi rostro enrojecerse.

—Me llamo Zac, veo que te pusiste roja de momento ¿Pensaste en algo indebido al tocarte?

Niego rápidamente, esta conversación se está escapando de mis manos. Zac comienza a morder su labio y se acerca para susurrarme algo en mi oído, haciendo que mi piel comenzara a paralizarse cuando sentí su cercanía.

— ¿Por qué no vamos para un lugar más privado, así te cuento un poco las maravillas que te puedo hacer?

No me dio tiempo a reaccionar, ni decirle una palabra, Taylor me estaba arrastrando a su lado. Volví a buscarlo con la mirada pero ya no estaba en el mismo lugar, ¡Ya no estaba por ningún lado!

Luego de media hora, miro mi teléfono y veo que ya son pasados las 12 de la noche y debo irme para mi casa antes que mi mamá llegue. Me despido de Taylor que ya se encontraba súper borracha y bailaba salvajemente. Agarro con fuerza mi bolsito y comienzo a caminar de regreso a mi casa, por suerte las calles se encontraban bastantes alumbradas.

—Ayuda… Ayuda….

Grita una chica que se encuentra tirada en el piso. Comienzo a caminar lentamente y la muchacha se gira, comienza a llorar y sigue gritando ayuda.

—Hola muchacha, ¿Qué te paso? —Me acerco poco a poco, siempre con sexto sentido activado.

—Tengo mucha hambre.

—Yo no tengo comida. —Enseguida le señalo la dirección de done vengo— ¿Estabas en la fiesta? Allí hay comida cantidad y bebidas, no te imaginas cuanta.

La chica se levanta de golpe, comienza a retorcerse raro y camina hacia mi dirección, yo voy retrocediendo a pasos largos y siempre mirando hacia atrás, para no caerme. La actitud de la chica cambia a segundos y estoy aterrada, cuando su sonrisa cambia a una cínica y sus ojos se dilatan poco a poco.

—Si tienes, eres tú.

Sin dejarme reaccionar ya se encuentra encima de mí, abre su boca y salen unos enormes colmillos, bastante afilados. Intento protegerme buscando algo con lo cual pudiera desconcentrarla, hasta que con la ayuda de mi mano encuentro una piedra y la impacto contra su cabeza, haciendo que se quitara de encima.

Comencé a correr lo más rápido que pude, hasta que me alcanzo nuevamente, agarró mi mano izquierda y no lo pensó para morderme. Se sintió como dos cuchillos se clavarán lentamente en la piel, mi cuerpo comienza a debilitarse y veo mi vida corre por delante de mí, pero, enseguida suelta mi brazo. Me tira al piso lastimándome una parte de mi brazo y mi muslo derecho.

La chica comenzó a gritar muy fuerte, se toca la garganta como si estuviera ahogándose y escupe la sangre que me estaba drenando.

Decido no quedarme viendo esta escena, me levanto como puedo y comienzo a correr hasta llegar a mi cuadra. Todo se encontraba en total silencio y yo solamente quiero llegar a mi casa.Abro la puerta corriendo, con las manos temblorosas y al entrar cierro todo con seguro y le pongo una silla que interrumpiera la entrada. Me asegure que todas las ventanas estén cerradas y voy corriendo al baño para verme la herida.

Mi brazo tiene una pinta horrible, se podían observar dos marcas en sangre viva. Duelen muchísimo y no lo pienso para echarme agua hervida, lo lavo bastante hasta que suelta un poco de sangre para evitar que se infestara y le pongo una pomada para aliviar el dolor. Le coloco una bandita color carne para que pasara desapercibido y enseguida tomo una pastilla para el dolor.

Voy hacia mi cuarto, me acuesto en mi cama acariciando mi brazo y me quedo mirando al techo ¿Qué ha pasado? ¿Qué era eso? Tenían colmillos, chupan sangre, las leyes de toques de queda cuando el sol no está….

—Mierda, eso era un vampiro…

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