Anabelle
Nunca iba a poder imaginar que mi vecino, es un maldito vampiro. Estuve siempre custodiada por ellos y yo simplemente viví mi vida como una lunática. El llamado Zachary se levanta de su asiento, juega con unas llaves y se acerca con una sonrisa juguetona en su rostro.
—Ya veo que me recuerdas, vecinita.
—Claro que sí, eres el vecino acosador que se masturbaba al verme por la ventana.
Comienzo a desafiarlo, pero solamente me gano una sonrisa de su parte. Se acerca cada vez más y toma mis manos. Su tacto es frio y mi piel se eriza al momento, de manera involuntaria, aunque de momento me quita las cadenas de mi muñeca. Siento un pequeño alivio y enseguida masajeo esa zona tratando de aliviar un poco el dolor.
Zac se aleja de mí, tengo la cabeza agachada masajeando mis manos y mirando la capacidad de huir de este lugar.
— ¿Puedes levantar tu cabeza?
Hago exactamente lo que el señor me pide y levanto mi rostro, mientras que ellos me miran fijamente.
— ¿Cuál es tu nombre chica?