Chapter Four

Anabelle

Ya el sol comienza a ocultarse y mi ansiedad ha aumentado. Según el tutorial de YouTube de “Como matar a un Vampiro y no morir en el intento” necesito un sin número de artículos que ni en mil años lo voy a conseguir.

Me doy en mi frente mientras sigo navegando en G****e buscando algunas respuestas para mis preguntas ilógicas. Me percato que todo esté cerrado, trato de buscar unos dientes de ajo en el refrigerador para echarlos en agua y rociarlos al primero que intente entrar en mi hogar. Busco una linterna que brille bien fuerte, la cual mi madre tenía escondido en una de las gavetas de su cuarto.

Solamente me queda esperar…

Son la 1 de la madrugada, comienza a soplar el viento más fuerte de lo normal. Se escucha como las hojas de mis plantas del balcón comienzan a sonar en la ventana. Y de pronto comienza a llover fuertemente, me acerco para divisar el nivel de desastre que ha dejado el viento y el cielo se encuentra totalmente rojo, pero el cuervo no ha salido de mi balcón y sigue mirándome.

Mi corazón sigue latiendo fuertemente con cada relámpago que hace que toda mi casa se ilumine. Comienzo a buscar velas por si la luz decide irse, para estar completamente alumbrada y busco también mi laptop para entretenerme en algo.

Miro mi reloj y todavía no pasan de las 2 de la madrugada, la lluvia está mucho más intensa. Debo admitir que odio este clima, odio estar sola en medio de una tormenta con relámpagos.

Vuelve a sonar insistente las ramas de las plantas con el cristal de la ventana, yo me quedo quieta en el sofá de mi casa esperando a que todo se calme. El viento era cada vez más insistente, la lluvia sonaba mucho más fuerte y los relámpagos iluminaban casi toda la casa, pero mi cansancio fue tanto que termine rendida en el sofá y al despertarme aún seguía lloviendo.

— ¿Había alguna tormenta en especial?

Me pregunto mientras me levanto y camino hacia la ventana principal para ver el desastre que causo la tormenta. Mi cansancio es enorme y los ojos se me cierran solos, cuando mi mamá abre la puerta con un señor que le está cargando unas bolsas de compras.

—Pase señor —Le dice mi madre vestida aún con su uniforme de doctora y su pelo se encuentra bastante alborotado— Ana ¿Cómo pasaste la noche? Mira es el señor Andrew que me está ayudando a cargar las compras que hice ayer pero no pude traerlas.

—Hola Andrew, mucho gusto.

Lo saludo y me quedo observándolo un momento para luego desviar mi mirada a la calle.

—Tremenda lluvia la de anoche.

Comienza hablar el señor quien no le quita los ojos a mi madre.

—Sí, parece una tormenta huracanada. —Respondí rápido y me acerque al hombre para quitarle las bolsas que tenía en su mano.

Simplemente no me daba buena espina este hombre, sus ojos se sentían vacíos, su piel es pálida y puedo jurar que en cualquier momento va a intentar asaltarnos y mordernos, ¿Sí? Me estoy volviendo bastante paranoica. El señor se despide, volviendo a examinar la casa y literalmente le cierro la puerta en la cara.

—Que poco amable has sido Anabelle, el pobre hombre solamente quería ayudarme.

—No me daba buena pinta mamá. —Le respondo mientras escondo disimuladamente el experimento de ajo anti-vampiros— ¿Qué tal la guardia?

Mi mamá resopla y guarda las latas de leche en el refrigerador. Se acomoda el pelo en una coleta y saca la bolsa de pan para prepararse un bocadillo.

—Agotador, como todos los días. ¿Te enteraste que hay otra chica desaparecida?

Intento ocultar mi nerviosismo y sin darme la cuenta me encontraba rascándome la mordida, mi madre se percata de la herida y de forma rápida toma mi mano para examinarla.

— ¿Qué te paso? Anabelle ¿Desde cuando tienes está herida? ¿Es una mordida?

Le quito el brazo bruscamente y lo escondo de su vista, mi madre se cruza de brazos y espera mi respuesta

—Fue un gato.

—Un gato no hace eso, sabes que soy doctora ¿Qué te paso Anabelle Saltzman?

Trato de morderme la lengua, no le voy a decir que una chica loca me mordió, que existen los vampiros y que posiblemente puedo ser la próxima muchacha que desaparece.

—Estoy esperando una respuesta Anabelle.

Me quedo callada, mirando al piso cuando siento el sonido del cuervo en mi portal. Cansada de ver al pájaro ese en mi casa, agarro la escoba y salgo para espantarlo, pero este simplemente no se mueve.

— ¿Qué haces Anabelle? Es solo un cuervo. ¿Te sucede algo?

Me grita mi madre al ver mi estado de estrés. Comienzo a tener un ataque de ansiedad, esta ciudad me abruma y al alzar la vista hacia la casa misteriosa, veo al señor de ayer mirándome fijamente. Mi madre sigue gritando mientras mi vista sigue fija a esa casa, pero mi cuerpo solo reacciono a una cosa, correr.

No me importaba que estuviera lloviendo, que ya estaba oscureciendo, los gritos de mi madre. Solo necesitaba desahogarme y aliviar mi estrés.

Después de mucho correr, de agotarme, de sentir las gotas de lluvias y comenzar a sentir frío, decido parar en el medio de la nada. Mi respiración agitada comienza a calmarse y empiezo a mirar en donde estoy. Todo a mi alrededor está casi oscuro y veo muchos árboles, mucho silencio.

No he traído mi teléfono y me lamento muchísimo. Comienzo a caminar con un rumbo fijo, cuando la lluvia sigue constante y la noche ya está en su máximo esplendor. Abrazo mis brazos cuando comienzo a sentir frío y estoy atento a cualquier ruido raro.

Me encuentro ya en la calle de mi barrio cuando veo dos figuras caminando para mi dirección, trato de acelerar el paso pero alguien interrumpe mi camino y al alzar la vista, es la misma chica que me mordió ese día.

Mi respiración comienza agitarse y en mi garganta se forma un nudo, intento gritar pero no sale nada de mi garganta. Solamente visualizo a las 3 personas que están al frente de mí.

—Tranquila linda, no te va a doler nada.

Comienzo a caminar para atrás, necesitaba huir y me dispongo a correr pero me encuentro aislada por otra persona. Son 4 seres “vampíricos” los que me tienen acorralada y les tengo miedo.

— ¿Qué quieren conmigo? Sé que con vampiros, si van a morderme háganlo ahora.

Los 4 comienza a reírse y solamente me confunden más. Mi cuadra está muy desolada, las casas están oscuras, nadie se asoma a las ventanas, la única luz es la que brindan los postes eléctricos. Solamente cierro los ojos y no siento nada.

—Niñata, no te vamos a matar —Habló un chico de voz grave, no puedo verle el rostro porque tienen unas capuchas y la luz del poste no me deja observar bien— El jefe tiene otro destino para ti.

— ¿Jefe?

No puedo decir más nada porque siento un paño en mi nariz, trato de forcejear con la poca fuerza que me queda, pero mi cuerpo comienza apagarse y mis ojos se cierran.

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