Desperté en el sofá de mi sala rodeado de algunos vidrios y muchas botellas de whisky vacía. Acaricié mi frente que palpitaba sin control, me puse de pie y caminé a la cocina. Tambaleando, me preparé una taza de café. Me senté con el café tibio en la mesa del comedor y de nuevo Angie arruinaba mi amanecer con sus llamadas.
―¿Por qué no contestas las llamadas?
―Es obvio que no quiero hablar… ¿Por qué sigues insistiendo?
―Tenemos que solucionar lo que pasó ayer. La periodista quiere demandarte.
―Podría demandarla yo por sus preguntas amarillistas. Todo lo que quieren es tener rating.
―Eso no importa, tu reacción sí que no fue la apropiada.
―¿Entonces?
―Debemos redactar un comunicado y enviarlo hoy mismo a los diferentes medios de comunicación.
―¿Debemos? Encárgate tú.
―Siempre me encargo de tú desastre. Matt quiere verte hoy a las 10. Ven preparado para todo.
―¿Acaso me quiere demandar también?
―Debería hacerlo. Nos vemos a las diez en la editorial. Sé puntual.
Colgamos la llamada, term