Ethan no podía entender cómo es que Vladímir se encontraba precisamente en ese lugar. Era un sitio alejado y no era un negocio que fuera del príncipe, pero ahí se estaba y, peor aún, se encontraba de frente al polaco con el que estaba llevando a cabo su maldito negocio.

—Será mejor que bajes tu arma, no te dejaré matarlo— Aseguró Russell saliendo de la nada mientras Vladímir le dedicaba una sonrisa ladeada al hombre que lo apuntaba con su arma, el cual fue sorprendido por la aparición del rey negro.

— ¿Así que los rumores son ciertos, ustedes dos…? — preguntó el polaco sin dejar de apuntar a Vladímir.

—Lo que hayas escuchado o creas saber me tiene sin cuidado— hizo un gesto con su arma para que dejara de apuntar al joven, amenazando con disparar.

— Él es mi presa, yo seré quién me quede con la vida del príncipe ruso.

Russell lo tenía claro, así como en el pasado había luchado por salvarle la vida, él mismo se la arrebataría y recuperaría aquello que le había robado y quería de vuelta.