—Don Guillermo pensó que, después de una vida dedicada a la enseñanza y al entendimiento humano, conocía bien a las personas. ¡Pero nunca vio realmente a Agustín, a pesar de ser su alumno más brillante!
Eloísa, con una risa amarga, continuó.
—Don Guillermo nunca supo que Agustín y yo tuvimos un roma