—Señorita Castillo, —Eloísa soltó una carcajada—, tenga por seguro que no diré mentiras. Le contaré todo lo que sé sin exagerar ni una pizca.
—Usted, señorita Castillo, más adelante puede buscar la verdad y verificar si lo que digo es cierto o no.
Ximena, con las manos escondidas bajo las sábanas, l