Eloísa miraba a Ximena, perpleja y sin palabras por un largo momento.
—Eh…
Abrió la boca, bajando sus párpados para ocultar la vergüenza en sus ojos. Cuando volvió a mirar, su mirada era clara y tranquila, sin rastro de turbulencia.
—En verdad, hice cosas de las que tu madre merece una disculpa.
—¿Q