—Elena, ¿para qué necesitas tanto dinero? Debo saber la razón antes de poder ayudarte, —dijo Rocío mientras se levantaba de la cama y se ponía una bata.
Elena inhaló profundamente, su mente trabajando a toda velocidad, y respondió:
—¡Es mi papá! ¡Ha sido secuestrado! Los secuestradores exigen un res