Lisandro levantó la vista hacia la lujosa casa de más de cien metros cuadrados, valorada en más de doscientos mil dólares. Se sentó en el sofá y Nicolás, apurado, le llevó un vaso de agua, inclinándose y sonriendo nerviosamente.
—Cuñado... todos somos familia, hablemos tranquilos, no te enojes todav