—Ah, Sebastián, aún no lo sabes, ¿verdad?
—Pues ese día, fue Elena quien vino a pedirme voluntariamente que aceptara que se casara con la propuesta de matrimonio en el extranjero. Fue cuando los dos se arrodillaron juntos en la puerta. Ustedes, los jóvenes, todos tan impulsivos.
—Pensé que Elena te lo había contado. Después de todo, es algo importante.
Cuando el padre de Elena dijo esto, no mostraba ninguna tristeza por la partida de su hija.
Luego llamó a Claudia y le dijo:
—Sebastián, veo que tienes sentimientos especiales por Claudia. Esta vez, yo tomaré la decisión y seré quien los una para que tú y Clau se comprometan.
Sebastián había imaginado muchas veces que, si no hubiera estado comprometido, la persona con la que más quisiera casarse sería Claudia.
Pero ahora no podía escuchar ni una palabra más, así que salió corriendo.
Lo único que ocupaba su mente ahora era que Elena realmente lo había dejado.
¿Acaso no le gustaba Claudia? ¿No era solo un compromiso de la