Mylene y el chico voltearon para ver quién hablaba, encontrándose con el supervisor de Mylene, el Sr. Rodríguez. Se sintió aliviada al ver a alguien que pudiera respaldar su identidad como empleada de la compañía.
-¿Qué está pasando aquí? -preguntó de nuevo el Sr. Rodríguez, mirando al chico y a Mylene alternativamente.
-Esta chica estaba merodeando por los cargamentos de naranjas -dijo el chico con tono acusatorio-. La vi tomando una de ellas sin permiso.
Mylene sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras del chico, sabiendo que no contaba toda la verdad.
-No es cierto -se defendió ella-. Estaba inspeccionando el cargamento para asegurarme de que las naranjas mostraran la calidad adecuada para la elaboración de nuestro producto.
-¿Inspeccionando el cargamento? -dijo el Sr. Rodríguez, frunciendo el ceño-. ¿Por qué no le pediste permiso al encargado del almacén antes de hacerlo?
Mylene se sintió en un callejón sin salida, sin saber qué decir. El chico sonrió triunfante, crey