-Señor ¡!Por favor!! Perdóneme- Suplicaba uno de sus empleados a Nicolás
El jefe mafioso no escuchaba, solo veía rojo. Luego de dejar a Carla sana y salva en la casa, había vuelto a salir para ir a buscar a quien se supone que debía proteger a su esposa en su nombre y no había cumplido.
-Una sola tarea te pedí- Exclamó furioso y pateó el estómago del pobre hombre- Una sola- Dio otra patada
-Discúlpeme señor, fue solo un segundo el que me distraje- se arrodilló pidiendo clemencia.
La excusa estúpida del hombre hizo enojar aún más al joven que lo tomó de la remera y lo levantó en el aire.
-Lo que sea que hayas hecho no es tan importante como la vida de mi esposa. –Lo zamarreó con fuerza- Tu vida no vale nada al lado de la de ella.
-Sí señor, tiene razón
Nicolás lo tiró en el suelo nuevamente
- ¿Y si le hacían daño? ¿Si se la llevaban? - Gritó colérico y le propinó un buen golpe- ¿Y si me la quitaban de mis brazos? - Volvió a dar otro golpe y otro y otro.
-Señor…- dijo otro de sus hom