La mujer mafiosa tomó el cuerpo de su hija y lo abrazó con fuerza, como nunca antes lo había hecho y por primera vez en muchos años lloró desconsoladamente. Quien sea que haya matado a su única hija quería la guerra, pensó luego de recobrar la compostura y dejar el cuerpo de su hija sobre la cama y cubrirlo con una fina sábana blanca y cerrando sus párpados.
-Juro que voy a vengarte hija mía- exclamó mirando el bulto en la cama.
Salió del cuarto decidida, y bajó al sótano de la casa, donde guardaba todo lo necesario para matar a alguien, hace años que no lo hacía con sus propias manos, siempre tenía a alguien bajo su mando que con gusto lo hacía por ella, pero esta vez era personal.
Tomó un arma, una 9 milímetros, de sus favoritas y guardó en su bolso suficientes balas como para matar a un pelotón.
Volvió a subir las escaleras y entró al cuarto de controles, donde tenía las cámaras de toda la casa y se sentó a ver todo lo que había pasado en su ausencia mientras colocaba las balas