Durante toda la mañana, Evan se había sentido atrapado por la intensidad de aquellos ojos azules que no lograba sacar de su mente. Cada vez que miraba el reloj, impaciente, deseaba en silencio que las agujas avanzaran más rápido hacia las siete, la hora en que terminaría su jornada laboral. Sin embargo, el tiempo, cruel e implacable, parecía transcurrir con una lentitud exasperante, como si disfrutara prolongando su espera.Ese día, había quedado en recoger a Hayley, y cuando finalmente llegó el momento de marcharse, Evan abandonó la oficina sin detenerse a despedirse apropiadamente. Su repentina salida dejó atónitos a algunos de sus empleados, quienes no estaban acostumbrados a ver al arquitecto, normalmente meticuloso y comprometido, irse con tanta prisa. Las especulaciones no tardaron en surgir. Algunos asumieron que su nuevo estado civil lo empujaba a buscar más tiempo con su esposa. Otros, más pragmáticos, pensaron que tal vez había terminado con antelación el dis
Los días transcurrieron con rapidez, y Evan y Hayley aprovechaban cada oportunidad para demostrar lo enamorados que estaban el uno del otro. A pesar de sus apretadas agendas, siempre encontraban tiempo para estar juntos, ya fuera viendo una película, saliendo a comer o paseando por el jardín que tenían en casa, donde pasaban las tardes compartiendo las meriendas que Noelia les preparaba. La empleada había notado lo unida que se había vuelto la pareja. Aunque Evan y Hayley no eran demasiado efusivos en su presencia, Noelia había sido testigo de algunas muestras de cariño entre ellos. —Evan, nos pueden ver... —le regañó Hayley, mientras él la ignoraba y la besaba con pasión. —No estamos haciendo nada malo. Además, solo está Noelia —dijo, separándose un poco para mirarla a los ojos—. ¿Te preocupa que nos vea en situaciones comprometedoras? Estamos casados, Hayley. Esto es lo que hacen los esposos. —Lo sé, pero, ¿qu
En la penumbra de su despacho, Evan se encontraba sentado en un sillón, sosteniendo en su mano una copa de whisky. No era un hombre dado al alcohol, salvo en ocasiones que realmente lo ameritaban, y ese día era una de esas ocasiones en las que necesitaba beber para pensar con claridad y evitar cometer una locura. Había perdido la cuenta de las veces que miró el reloj, esperando el regreso de su joven esposa. La sola idea de ella junto a aquel moreno, que evidentemente mostraba interés por ella, le hizo apretar el cristal de la copa con fuerza. Evan no se consideraba un hombre posesivo, y mucho menos creía que Hayley le perteneciera solo porque estaban casados. Sin embargo, no podía negar que los celos lo consumían al imaginarla en compañía de Jared. No confiaba en él; no sabía qué tipo de persona era ni si tenía buenas intenciones. La angustia de pensar que su esposa había salido con él a un lugar desconocido lo mantenía al borde de los nervios. No sop
Era una hermosa mañana, y el clima parecía perfecto para salir a caminar y respirar aire fresco. Evan había mencionado un lugar al que solía ir con sus padres, un sitio algo alejado de la ciudad, pero no lo suficiente como para sentirse completamente aislados. Emocionada ante la idea de pasar el fin de semana juntos, Hayley se levantó temprano para prepararse para el viaje.Se dio un baño con agua tibia, disfrutando de la calidez que la envolvía, y luego se vistió con un sencillo vestido floreado que realzaba el color de sus ojos azules. Se calzó unas zapatillas deportivas para mayor comodidad y comenzó a elegir lo que llevaría. Sus pertenencias consistían en ropa para acampar, como le había indicado Evan, ya que se trataba de una cabaña situada cerca de un bosque tranquilo. Así que, al ser solo dos días, guardó todo en una pequeña valija de mano que cargó sin dificultad.A pesar de haber dormido apenas cinco horas, no lograba entender la razón de su buen ánimo. Qu
A la mañana siguiente, Hayley despertó al sentir los cálidos rayos de sol filtrarse por la ventana, acariciando su piel con una suavidad que la invitaba a levantarse. Se incorporó lentamente, dándose cuenta de que la habitación estaba en silencio, y que se encontraba sola. Cubriendo su cuerpo con la sábana, se dirigió al baño, donde el espejo le devolvió una imagen que la sorprendió. A pesar de su cabello desaliñado, su reflejo irradiaba una belleza natural que la hizo sonreír.Tras contemplar su imagen por un momento, se adentró en la bañera, sumergiendo su cuerpo en el agua tibia. La calidez del agua la envolvió, y en ese instante, se sintió completamente relajada. Mientras permanecía allí, su mente comenzó a divagar, reflexionando sobre su vida y el cambio que había experimentado desde que conoció a Evan. Él era el hombre que había transformado sus días, llenándolos de luz y alegría. Se había entregado a él sin reservas, sintiendo que había encontrado no solo un ama
Horas más tarde, llegaron al hospital, sus corazones inquietos resonando en un compás de ansiedad. Al cruzar las puertas del vestíbulo, el aire se tornó pesado con el olor a desinfectante, y el murmullo de la actividad hospitalaria se convirtió en un trasfondo distante que apenas lograba penetrar la mente de Hayley. Ella sabía que su hermana, necesitaba su apoyo, pero la incertidumbre de lo que encontrarían la llenaba de inquietud.Al llegar a la habitación, la joven se detuvo un momento, su mano temblorosa se detuvo en la manija de la puerta. Un instante después, empujó la puerta y entró. La imagen que se presentó ante sus ojos fue desgarradora. Hanna yacía en la cama, con una venda en el brazo y el rostro magullado por los golpes del accidente. Sus ojos, normalmente llenos de vida, estaban nublados de lágrimas que caían silenciosamente sobre su almohada.La expresión de Hanna se iluminó al verla, pero rápidamente se oscureció de nuevo por el dolor que la con
Los días habían transcurrido lentamente para Hanna, quien anhelaba ver a Alexander consciente después de que un golpe en la cabeza lo sumiera en un estado de coma. Había sido cautelosa al visitar la habitación donde se encontraba internado, a pesar de que la doctora le había recomendado reposo tras el aborto espontáneo que había sufrido recientemente. Sin embargo, su deseo de saber cómo estaba el hombre que amaba superaba cualquier dolor físico o emocional.Era consciente de que se estaba exponiendo innecesariamente y que su hermana tenía razón al aconsejarle esperar. Pero ya habían pasado tres días sin noticias sobre la recuperación de Alexander, y las posibilidades de que despertara eran inciertas. Ni siquiera el médico que lo atendía parecía tener certeza sobre el complicado estado del paciente.Esa mañana, como en las anteriores, Hanna se levantó con cuidado de la cama, decidida a ir a verlo antes de que Kenia llegara. No contaba con las fuerzas ni la estabilidad emocional para en
—¿Estás segura de que estarás bien? No quiero dejarte sola —preguntó Hayley, con una preocupación genuina reflejada en sus ojos. Hanna, intentando proyectar calma, negó con la cabeza.—Tranquila, estaré bien —respondió, aunque en su interior se debatía que sería de ella si no lograba que Alexander la recordara.Hayley asintió, no del todo convencida por la respuesta, pero decidió levantarse de la silla y marcharse.—Bien, no tardaré mucho, ¿sí? —dijo antes de salir de la habitación, dejando a su hermana sola con sus pensamientos.Aprovechando la oportunidad de que Hayley debía regresar a casa a traerle algo de ropa y a tomar un merecido descanso después de haber pasado todo el día a su lado, Hanna sintió una punzada de gratitud por lo atenta que había sido con ella. Aunque a menudo no había sido la mejor hermana mayor, en ese instante agradecía su presencia. Sin embargo, la culpa la invadió al pensar en la mentira que estaba tejiendo. Sabía que si le contaba lo sucedido con Alexander,