Capítulo 74. El verdadero rostro de Miranda.
Stella sostuvo el cuerpo inconsciente de Guillermo, su corazón latiendo desbocado.
—¡Alicia! ¡Ayúdame, por favor! —gritó desesperada.
Alicia salió corriendo de la casa, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver la escena.
—¡Dios mío! ¿Qué pasó? —preguntó mientras ayudaba a Stella a sostener a Guillermo.
—No lo sé, lo encontré así en el jardín. Está ardiendo en fiebre.
Entre las dos lograron sostenerlo, hasta que llegaron el par de guardaespaldas y las ayudaron a subirlo a la habitación de Stella y tenderlo en la cama.
—Hay que bajarle la fiebre —dijo Alicia.
Alicia corrió por toallas y agua fría mientras Stella le quitaba la camisa empapada.
La habitación olía a alcohol y menta. Stella ajustó la compresa en la frente de Guillermo, cuyos labios temblaban entre escalofríos.
—Quédate quieto —murmuró, evitando que su mano temblara al tocar su piel ardiente—. Estás hecho un desastre.
Guillermo abrió los ojos vidriosos, la fiebre nublando su mirada.
—Stella desde la primera vez que te v