CAPÍTULO 28**
Sigo mirando a todos mezclarse, reír y divertirse cerca del fuego de la hoguera, y el dolor de la celosía tan familiar arde dentro de mí.
¿Por qué todo el mundo puede vivir su vida como quiere, y yo estoy sometida a esto ? Siempre mirando, nunca incluida. Sé que si me metiera en eso, lo único que conseguiría serían miradas sucias y susurros a mis espaldas. Mi estómago gruñe al ver a la gente comer, y mentalmente apunto hacerme algo una vez que termine esto.
Cierro los ojos y inclino la cabeza hacia el cielo, deseando que la diosa de la luna ponga fin a mis sufrimientos.
Alguien se aclara la garganta cerca de mí, y abro los ojos y miro rápidamente a la derecha. Mi corazón salta a mi garganta. Es Nathaniel, con un plato de comida en cada mano. Extiende uno hacia mí y mi boca se llena de saliva.
— ¿Tienes hambre ? — pregunta en voz baja.
Asiento, tomando su ofrecimiento de comida y equilibrando el plato sobre la cerca.
— Gracias. No tenías que hacerlo — digo mientras él se