La pelea era feroz. Cada hechizo y golpe resonaban con tal intensidad que hacían temblar las paredes de la habitación.
Las ondas de choque provocaban grietas en la estructura, y los objetos estallaban en mil pedazos alrededor de nosotros. El suelo se sacudía bajo el peso de nuestro conflicto, y los ecos de nuestros poderes se entrelazaban en una sinfonía caótica y descontrolada.
En medio de ese caos, logré superar a Emily. Con un movimiento rápido, conjuré un hechizo potente que la lanzó contra el suelo con una fuerza que hizo vibrar el aire. Me adelanté rápidamente y me encontré encima de ella, atrapándola bajo mi peso.
La visión de su piel desnuda, brillando con el sudor y el desorden de la batalla, era hipnótica y primitiva.
Transformada de nuevo en su forma humana, estaba tendida bajo mí, su respiración estaba agitada y sus ojos ardían con desafío y vulnerabilidad. La habitación estaba en ruinas, pero en ese momento, la única realidad que existía era la conexión cruda e inque