Cap. 76: ¿Me estás acusando?
La primera reacción de Amelia fue proteger el cuerpo de Teo con el suyo. Lo abrazó por los hombros y lo mantuvo pegado a su costado, mientras sus ojos se abrían en un gesto de incredulidad y furia.
Iker alzó la voz con dureza.
—¡Cuidado con lo que están diciendo! ¡Hay un niño presente!
—Los niños no deberían estar en lugares donde ya hubo secuestros, señor Balmaceda —replicó uno de los periodistas con tono insolente.
—¡Este lugar tiene más seguridad que cualquier centro educativo privado! —respondió Iker, controlando apenas el temblor de su voz.
Otro reportero, con gafas oscuras y una sonrisa burlona, se acercó más de la cuenta.
—¿Y qué hay de la madre? ¿Qué clase de mujer no sabe quién es el padre de su hijo? ¿Qué ejemplo le está dando a la juventud?
Amelia sintió un nudo en la garganta. No por ella. Por Teo.
Pero antes de que pudiera hablar, una voz grave y conocida atravesó el tumulto.
—¿Qué está pasando aquí?
Todos voltearon. Lisandro caminaba despacio, apoyado en su bastón. Su ro